La adaptación debería ser rápida y sencilla, que nos dé gran nitidez y contraste, con gran sensibilidad al movimiento y a los cambios de distancia.
Pero en ocasiones no sucede esto y en estos casos debemos encontrar la causa de no adaptación para resolverla de la manera más eficaz. Para valorar donde reside el problema, debemos evaluar el estado binocular, es decir, cómo funcionan en conjunto los ojos del paciente (una insuficiencia de convergencia, por ejemplo, puede imposibilitar el uso de progresivos, y debemos tratarla antes de proceder a la adaptación). En casos de síndrome óculo-vestibular, si las lentes nos produjeran mareos, trataríamos el síndrome antes de adaptarlas.
Las lentes progresivas pueden tener distintos diseños para optimizar la visión lejana (conductores, deportistas…), la visión intermedia (informáticos…) o la visión cercana.
También pueden tener diversos tratamientos (de visión 360°, superficie anti-vaho, filtro UV, oscurecimiento del cristal, filtro para pantallas de ordenador…)
Si no ha conseguido adaptarse a sus lentes progresivas, puede encontrar la causa de tal inadaptación.